Embarazadas al día - La higiene Familiar
   
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La higiene en los niños

El establecimiento de normas de higiene debe iniciarse en cada hogar y quizás sea la que mayor vigilancia diaria y constante que debemos tener los padres con los hijos.

Desde el momento del nacimiento de nuestros hijos, los padres, somos los únicos responsables de su buena salud. Por eso es muy importante mantenerlos debidamente higiénicos.

A todo recién nacido, se debe:
* Bañar por lo menos 1 vez al día, y en la tardecita antes de dormir, pasarle un pañito con agua tibia. Y en época de calor 2 veces al día, y antes de dormir pasarle un pañito con agua tibia.
* Cambiarle inmediatamente el pañal cada vez que lo ensucie, y luego lavar y secar bien sus nalguitas.
* Mantener siempre limpias sus manitos y las uñas recortadas.
* Después de cada comida, limpiar bien su boquita. Y a la hora del baño limpiarla por dentro.

En la medida que crecen nuestros hijos, las normas y adquisición de buenos hábitos de higiene, además de evitar el contagio de infecciones, inflamaciones o enfermedades, ayuda a los niños en su proceso de integración social y les brinda una sensación de seguridad e independencia. Un niño con mal olor en la boca, y a sudor, con su vestimenta sucia, es motivo de rechazo y burla entre sus compañeritos, desde pequeño. Lo cual inevitablemente redundará negativamente en el desarrollo de su personalidad.

Para que un niño tenga las condiciones propicias, cultive hábitos higiénicos y no presente cuadros infecciosos, los hábitos de higiene deben crearse a diario, con mucha paciencia, y manifestarse en cada aspecto de la vida cotidiana. Procurando que las instrucciones que nuestro niño reciba sean lo más simples posible, y que los artículos para su aseo, (su jabón, papel higiénico, su cepillo y su pasta dental) estén siempre a su alcance, de esta manera, sabrá en qué lugar se encuentran y aprenda a cuidar de ellos. Y si es posible, debemos tener una banqueta en el cuarto de baño para facilitarle que alcance el lavamanos, y que siempre esté acompañado por un adulto cuando la use.
Si las condiciones no están dadas para que el infante realice sus labores de aseo, aparecerá la desmotivación.

Todo debe empezar a muy temprana edad, haciendo de la hora de la ducha un ritual y un espacio de diversión en que padres e hijos compartan esta actividad. A partir de los dos años, el proceso puede ser interactivo, haciendo al niño partícipe de la limpieza personal, sin amenazarlo con castigo si no se deja asear; todo lo contrario decirle lo bien que huele y lo agradable que uno se siente cuando se está limpio, y hacer énfasis en que así no se enfermará.

Poco a poco, los padres deben ir enseñando al niño la forma correcta de darse una ducha, señalándole las zonas claves donde deben incidir en la profunda limpieza como pies, manos, orejas, cuello y genitales. Del mismo modo y de manera progresiva, los padres deben ir dejando que sus hijos se aseen por ellos mismos, a medida que vayan adquiriendo cierta destreza psicomotora. De esta manera llegará, en poco tiempo, un momento en que el niño ya no quiera ser aseado por sus padres, ya sea por su deseo de independencia o simplemente por vergüenza de mostrarse desnudo ante ellos.

Sin embargo hay cosas que los niños podrán hacer cuando estén más grandecitos y mientras esto sucede, los padres están en el deber de hacer lo siguiente con sus niños:

Mantener las uñas cortas y limpias. Y por supuesto eliminar malos hábitos como comérselas o andar metiendo el dedo en la nariz.
Asear las nalguitas y lavar sus manitos después de que el niño haga sus necesidades.
Y en las niñas lavar bien su vulva después de orinar, y enseñarle la manera correcta de limpiarse las nalguitas para evitar una infección, y luego lavarte y lavar sus manitos.
Limpiar bien los oídos.
Lavar bien su cabello por lo menos 2 veces a la semana, para evitar el piojo y mal olor.
Enseñarle el correcto cepillado de los dientes.
Mantenerlo vestido de manera pulcra, bien peinado, y sus calzados limpios. Cambiarle su ropa interior 2 veces al día, a la vez que se le habla de la importancia de hacerlo.
Y lo que nunca debes dejar de enseñarle, es la importancia de lavarse las manos antes y después de comer.

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